jueves, 24 de enero de 2008

Mil palabras en silencio


Fueron tiempos de paz, tiempos de alegrías dulces y sonidos lejanos.
Épocas en que todo se decía en silencio, donde las palabras nunca fueron necesarias y los ecos de los pasos y el roce de las manos lo decían todo.
Olvidaron quienes eran, donde estaban y hacia dónde iban. Olvidaron el mundo y las voces torpes que ensuciaban sus miradas y sus sentimientos.
Fueron tiempos felices, de esperanzas reales y sueños cumplidos. Días eternos de sol dorado y sonrisas enormes que alegraban el alma.

La brisa del mar los acompañó esa noche, mientras confesaban sus vidas una vez más, y perdían las horas en pasos eternos hacia algún lugar que solo ellos conocían.
El silencio fue cómplice de todas sus risas y todos sus roces, y de cada mirada inocente a esos ojos profundos como el océano más inmenso. La noche era cálida, y fue eterna y hermosa, y quedó grabada en sus mentes, y en su alma.
Y en cada paso hacia ningún lugar, solo eran ellos, riendo, a un lado del mar.
En aquellas horas, las mas felices de su vida, mientras la veía bailar, reír y saltar, nada mas le importaba. Ni el pasado, ni el futuro tenían nada reservado, mas el presente era todo suyo. Fue en esa perfecta noche de verano, cuando toda la red de confusos sentimientos que los rodeaban cobró sentido. Su cálida sonrisa le reconfortaba, y por primera vez en toda su vida, dejo que su corazón le dijera que hacer, y en cada roce, cada mirada y cada susurro al oído sintió que era toda suya. Ella le dedicó sus sueños, y cada ir y venir de sus ojos, esperando palabras que el no sabía decir.

Mas las horas eternas de aquella noche de verano se extinguieron, y el sol de un nuevo día los encontró sentados en la arena, iluminando sus rostros empapados en sueños. Día más día, mes tras mes, aprendieron mucho el uno del otro, de sus miedos, de sus fortalezas, de cada trozo de anhelo escondido en sus corazones, y crecieron juntos, sin palabras.

Y fue en ese verano, que sigue ahí, intacto como el más hermoso de sus recuerdos, en que el mundo enmudeció; mientras ellos, solos junto al mar, encontraron sus miradas y se amaron en silencio…


Sch 80.

3 comentarios:

Bloody dijo...

Me gustó eso de "ella le dedicó sus sueños". Muy lindo.

No sé por qué se me da por imaginar un final pesimista. Perdón, sé que el futuro y el pasado no importaba a los protagonistas del cuento, pero me da para pensar que, después de un tiempo, comienza a importar y es la causa de todos los problemas.

Anónimo dijo...

GRACIAAAAAS :D :D :D
Es genial,como tú.
Quiero toda esa magia otra vez en nuestras vidas. Los caminos ya se han cruzado, no dejes que me pierda. Te quiero muchisimo y lo sabes. Muerde la vida Melocotón.

Arkadia dijo...

Pesimista u optimista, esperemos que el final esté a la altura de la historia.

Muy sincero, hermano.
Abrazo