lunes, 28 de abril de 2008

Adagio a mí país


En mi país, qué tristeza,

la pobreza y el rencor.

Dice mi padre que ya llegará

desde el fondo del tiempo otro tiempo

y me dice que el sol brillará sobre un pueblo que él sueña

labrando su verde solar.

En mi país, qué tristeza,

la pobreza y el rencor.


Tú no pediste la guerra,

madre tierra, yo lo sé.

Dice mi padre que un solo traidor

puede con mil valientes;

él siente que el pueblo, en su inmenso dolor,

hoy se niega a beber en la fuente

clara del honor.

Tú no pediste la guerra,

madre tierra, yo lo sé.


En mi país somos duros:

el futuro lo dirá.

Canta mi pueblo una canción de paz.

Detrás de cada puerta

está alerta mi pueblo;

y ya nadie podrá

silenciar su canción

y mañana también cantará.

En mi país somos duros:

el futuro lo dirá.


En mi país, qué tibieza,

cuando empieza a amanecer.

Dice mi pueblo que puede leer

en su mano de obrero el destino

y que no hay adivino ni rey

que le puedan marcar el camino

que va a recorrer.

En mi país, qué tibieza,

cuando empieza a amanecer.


En mi país somos miles y miles

de lágrimas y de fusiles,

un puño y un canto vibrante,

una llama encendida, un gigante que grita

¡Adelante... Adelante...!


En mi país brillará, yo lo sé,

el sol del pueblo, arderá,

nuevamente, alumbrando mi tierra.


Sch 80.

Disculpen, pero no tenía ganas de escribir, y me pareció hermosa!

jueves, 17 de abril de 2008

Instantes


Adoro esas mañanas limpias y frías del invierno, la brisa suave en el rostro y las manos congeladas.
Me encantan los domingos con mi hermana, las caminatas en la rambla y las calles de esa ciudad que es mía. Adoro la luna llena y el sol, y sus rayos cálidos sobre la piel. Amo el mes de octubre, y esos primeros días de primavera, con sus frutillas, rojas y jugosas y las noches de verano, serenas y apacibles.
Perderme por las calles, caminar sin brújula ni estrellas, y encontrarme nuevamente. Amo la luz de sus ojos, el brillo de su rostro y el aroma a café recién hecho en las mañanas. Adoro los recuerdos vivos de mi perra de la infancia, negra y adorable, mi mejor amiga que ya no me acompaña.
Me encanta llevar la contraria, y perderme en mi mundo, que es mío, porque solo yo, puedo descubrirlo cada día.

Me gustan las palabras al oído, y los susurros; la mano en el hombro, que me detiene firme y decidida cuando siento que flaqueo. Los abrazos de mis grandes amigos, los consejos de mi padre y la mirada de la gente que me quiere.
Me gusta reír, y rezongar, y andar de un lado para el otro como un loco, porque me hace sentir que vivo y que siento y que el mundo que percibo está ahí y existe.
Me gusta discutir cuando no tengo razón, y reconocer que me equivoco, pues me muestra que no soy ni seré perfecto.
Amo el sonido de la lluvia en las noches de verano, el olor a tierra mojada y el canto de los pájaros al salir el sol. Me fascinan los pelones, el silencio del campo y los fines de semana. Me fascina su sonrisa, y jugar a la escondida.
Adoro el vaso medio lleno, el sonido de las copas y los brindis entre amigos. Las charlas eternas, las idas a pescar y descubrir todos los días que la amistad existe y no es mentira.

Me encanta recordar, y descubrir como la vida cambia y como la vida sigue, y que las cosas que tememos son triviales.
Adoro las cosas sencillas, que uno no valora porque es tonto, y de golpe, la misma realidad lo lleva a descubrirlas. Amo las casas viejas y grandes, llenas de polvo y de recuerdos, porque están llenas de misterio y desafíos.
No saben como adoro ser un caminante de la vida, y andar por ahí, descubriendo a cada paso las sorpresas que me entrega poco a poco.

Y amo esos momentos fugases, esas imágenes furtivas que se cruzan cada tanto, cuando estoy entre los míos, abriéndome los ojos y alertándome que soy realmente feliz.

viernes, 11 de abril de 2008

Conciencia


-¿Eres tú?- Le preguntó, mientras se miraba en el espejo.

-¿Crees que tienes derecho a preguntarme eso? -Respondió.

-Te hice una pregunta, necesito saber la verdad. ¿Es posible que seas tú? Ya nada es real para mí, los sueños y mis miedos se mezclan, se confunden.

-¿Y que pretendes que te diga?

-La verdad, solo dime la verdad. Estoy aturdido, todo esto es demasiado para mí. Siento ganas de perderme entre las estrellas, y no las alcanzo. Tengo todo eso que no tuve, y no lo siento. Te ruego que me ayudes, solo tú conoces mis secretos, me conoces. No hay nadie mas para mí. Me desvanezco, me destruyo paso a paso, segundo a segundo, en una vida inútil. ¡Ayudame!

-No hay nada que pueda hacer. Lo siento. Muchas veces he tratado de advertirte. Te mostrado tus errores, y te he mostrado la luz en el camino oscuro. Y me has ignorado. Y ahora, después de todo este tiempo, con todos los errores repetidos, vuelves a mí, suplicando que te ayude. ¿Es que me crees una estúpida? Me has olvidado, me has maltratado, has dejado que me pudra, y no te importó. Nada de lo que digas me hará quererte. Has mentido, a mí y a otros, los has herido, estafado, te lo advertí. Te advertí mil veces que te estabas perdiendo, pero no me escuchaste, me sacaste de tu vida. Realmente no creí que volvieras a llamarme, en eso sí, y por primera vez desde que nos conocemos, me has sorprendido.

-He sido un idiota, lo sé. Un imbécil sin perdón. Pero ya no se que hacer, siento que mi vida se me escapa, y no haces nada. ¡Estás ahí! ¡Maldita! ¡Tienes que ayudarme! ¿Donde estás? ¿Porque me dejaste? Jamás te dije que te fueras. ¡Estás mintiendo!


Sin darse cuenta, estallo en lágrimas, hasta que un frío silencio los abrazó por varios segundos, hasta que él, invadido por la desesperación de perder su único lazo con el mundo, golpeó el espejo con todas sus fuerzas. Puñetazo tras puñetazo, hasta hacerlo añicos.


De rodillas, frente a los trozos destruídos, vió los reflejos desfigurados de su rostro, y una vez mas le preguntó:


-¿Vas a dejarme?

-Ahí tienes tu respuesta-Dijo ella afectuosamente- Sí, soy yo. Y no, no voy a dejarte. Soy parte de tí, no puedo irme, aunque lo quieras. Recoje los trozos, y construye nuevamente el espejo.