domingo, 9 de diciembre de 2007

Un Tipo Difícil


Lo peor de todo es el olor, ese olor a metal, mezclado con sudor y sacrificio del día a día, que se impregna en la piel y en los huesos por llevar los pesos al hogar.

Es duro cuando uno recapacita y piensa en el sábado, que muchos esperan para dormir hasta las doce, almorzar, y dormir de nuevo, mientras ellos, lo esperan para trabajar extra y ganar algo más.

La primera vez que conviví con operarios me sentí terrible, yo apenas tenía ideas vagas de la vida, y me abrumó desde el principio esa tremenda distancia que la sociedad, ellos y todos, imponemos sin darnos cuenta. Uno termina sintiéndose una mal persona sólo por el hecho de trabajar las mismas horas, cansarse menos, y ganar más. Por desgracia, se necesita ver y vivr algunas cosas, para terminar de entenderlo y de entenderlos.

Cuando traté con él por primera vez, lo odié desde lo mas profundo de mi alma. Era un tipo desarreglado, de modales toscos, obsceno vocabulario y dudosos hábitos higiénicos. Vino al choque en cuanto me vió, buscando la más mínima señal de debilidad para mostrar quien tenía el poder. Uno lo recuerda, y le causa gracia, pero en aquella época, solo, sin experiencia, y vamos, con bastante poca cintura, no era fácil enfrentarse a esta clase de muchachos.

Nos hicimos la vida imposible desde el principio y durante varios meses. Más reclamos hacía, menos atención le prestaba. Más me presionaba con el sindicato, más mala fama le hacía con los jefes.

Ese era "Roque"; un tipo difícil, con quien hubo que lidiar por varios meses hasta que terminamos la obra.

Hace ya algún tiempo, casi un año en realidad, tuve que ir a dar apoyo en un trabajo importante. Era uno de esos trabajos complicados, de los que duran varios días, y hay que quedrase hasta tarde en la noche, y que se hacen con dos ingenieros y un operario. En este caso, no creo que haga falta aclarar quien era el operario.

Mi cara de sorpresa no alcanzaba ni por asomo la expresión de Roque al verme entrar a la planta. No quiero ni imaginar las maldades que cruzaron por su sádica cabeza, viendo al ingenierito llegar a obra.

Recuerdo la tercer tarde, eran casi las siete y estábamos cansados, realmente cansados. Habíamos pasado todo el día subiendo y bajando escaleras, tomando medidas, abriendo y cerrando válvulas, y aún debíamos seguir hasta las doce. Nos sentamos un momento dentro del contenedor a descansar, y por esas cosas que tiene la vida, Roque se sentó junto a nosotros. Se quedó observándome por unos minutos, con una mezcla de intriga y enojo, estaba cansado. Por primera vez noté que era viejo, muy viejo, tenía mas de sesenta años, el rostro arrugado y las manos curtidas por el trabajo. Tenía una tristeza en la mirada que nunca había notado, y que jamás voy a olvidar. Realmente estaba cansado, pero no por esos tres días, sino por toda su vida, llevaba un peso sobre los hombros que mis estúpidos ojos nunca habían podido ver.


" Roque, ¿vamos a apretar la tuerca de allá arriba?"- Le pidió el otro ingeniero. Y, mientras yo empezaba a entender muchas cosas, mi gran enemigo de hacía más de un año, tomaba una llave para atender la orden.

"¿No queres un mate Roque?"- Le pregunté de la nada, antes de que saliera, y, para mi sorpresa, lo aceptó.


(Y fueron varios los que terminamos tomando juntos desde entonces, y ya no nos odiamos tanto)


Schedule 80.

1 comentario:

Arkadia dijo...

Me gusta que muestres a esa gran persona.

Un abrazo